¡Sí! Orden de Predicadores, cuenta con mi Vida a pie de calle
Celebración de una promesa temporal en la Fraternidad Laical de Santo Domingo de Atocha.
Mi nombre es Belén, tengo 33 años y hoy quiero contaros porque he decidido formar parte de esta gran familia dominicana. Mi vida de fe y seguimiento de Jesús, ha estado siempre muy vinculada a esta familia; hice la comunión, la confirmación y sigo en un grupo de la comunidad, en la Parroquia Nuestra Señora de Atocha, llevada por los dominicos; trabajo en el Colegio Virgen de Atocha, perteneciente a la Fundación Educativa Santo Domingo y estoy en el Equipo de Pastoral, donde año tras año, he ido aprendiendo más sobre la vida de Santo Domingo, y el carisma de esta familia. También he tenido la suerte de compartir experiencias de misión y Pascuas que me han hecho descubrir la riqueza de vivir la fe y el Evangelio en comunidad, en familia dominicana. Todo lo que soy y lo que vivo de alguna forma se lo debo a la Orden, y a la vez que me identifico con ella, tengo mucho que agradecerle, por lo que quiero que la Orden cuente conmigo a través de mi vida laical.
Soy una persona que he ido descubriendo la riqueza del estudio de la Palabra, pero sobre todo la alegría de compartirla con los demás. Hace mucho tiempo decidí, que si seguir a Jesús y hacer vida el Evangelio me hacía tan feliz, tenía que compartirlo con los demás, me sentía llamada a predicar y por eso soy catequista de varios procesos de catequesis. Esto me ayuda a estar en continua contemplación, para dar lo contemplado, y en oración, porque es unida a Dios, como mejor se predica el Evangelio, (Santo Domingo era un gran ejemplo de ello).
El Evangelio y la oración me han llevado siempre a vivir pendiente del prójimo, viviendo la compasión. A estar disponible cuando me necesitan, a hacerme cargo de ellos, a buscar la justicia y el Reino de Dios, intentando ser sal de la tierra y luz del mundo, a iluminar el mundo con la llama del Evangelio como diría la madre de Domingo.
Quiero que el Padre sea el pilar de mi vida, y vivir según el carisma de la Orden de Predicadores, con la misericordia de Dios y de los hermanos, y que el Espíritu Santo me acompañe siempre como hasta ahora.
La celebración, fue entrañable, los hermanos lo organizaron con tanto cariño, que celebramos el banquete de la Eucaristía como invitados sentados a su mesa; el coro animó desde lo más profundo del corazón y la Palabra de Dios dio sentido a todo. Hoy estoy feliz. Me sentí muy acogida por todas las fraternidades de Madrid, por frailes, hermanas y monjas. Acompañada y querida por mi familia, amigos y Parroquia. Gracias porque sabíais que este paso era importante para mí, y me encantó vuestra presencia (muchos estuvisteis en espíritu). Pero sobre todo por ser compañeros de camino y poner luz en mi vida. Soy lo que soy, gracias a vosotros. Hoy doy gracias a Dios por cada uno. Espero que sigáis siendo testigos de mi vida siempre, y que me ayudéis a cumplir lo que prometí, sabiendo que Dios es misericordioso y siempre me esperará con los brazos abiertos cuando me aparte del camino. Unidos en misión, oración y predicación.
Belén OP