Celebración de la solemnidad Santo Domingo de Guzmán en Jaén
Las hermanas contemplativas del Monasterio de la Purísima Concepción y de los seglares de la Fraternidad Laical de Santo Domingo “Dulce Nombre de Jesús” acompañados por el P. Carmelo de Lara Ginés, OP, celebran un triduo y un retiro con motivo de la solemnidad.
La fiesta de nuestro padre Santo Domingo de Guzmán es un momento esperado por todos los dominicos y dominicas del mundo entero para celebrar solemnemente a aquel que, cumpliendo la promesa que nos hizo en su lecho de muerte, intercede ante Dios por nosotros y toda la humanidad. Además, son días en los que la comunión de los santos se hace más sensitiva porque ves que toda la Iglesia recuerda al Fundador de la Orden de Predicadores; que toda la Familia Dominicana, terrestre y celeste, se une para dar gracias a Dios por el Padre que nos dio; y, que la Familia Franciscana, considerando a Santo Domingo también como Padre, nos felicita y se alegra con nosotros como hermanos.
La Orden en Jaén, por medio de las hermanas contemplativas del Monasterio de la Purísima Concepción y de los seglares de la Fraternidad Laical de Santo Domingo “Dulce Nombre de Jesús” acompañados por el P. Carmelo de Lara Ginés, OP, ha conmemorado a nuestro Padre con la celebración de un triduo y un retiro. En los días previos al 8 de agosto hemos reflexionado todos juntos sobre Marta -la que sirve a Jesús (a su cuerpo) con el alimento humano en la actividad cotidiana- y María -la que escucha a la Palabra contemplándola arrodillada- ambas como discípulas y apóstoles; la búsqueda y asiento de la dignidad humana en el Evangelio; el neopaganismo instalado en la sociedad y en la Iglesia; y, la búsqueda de la veta de la verdad en y por la Palabra con los signos de los tiempos. Todo ello hizo disponer todo nuestro ser a una celebración más llena de gozo y alegría.
El día 8 de agosto fue el día grande de todas estas fiestas. Este día no sólo acudimos a la iglesia conventual los hijos e hijas de Domingo, sino que nos acompañaron dos sacerdotes de la diócesis, cofrades de la Santísima Virgen del Rosario y de la cofradía de pasión que tiene su sede en el monasterio -Cristo de la Piedad y Virgen de la Estrella-, miembros de otros movimientos laicales, parroquianos del monasterio, vecinos del barrio y amigos.
Este año lo hemos vivido con muchos tintes de novedad: compartir las dos comunidades dominicanas -monjas y laicos- triduo y retiro, el que ambas comunidades se han visto incrementadas -las contemplativas con cinco hermanas de otro monasterio y tres postulantes y la fraternidad en tres hermanos-, que hemos tenido una imagen nueva de Santo Domingo que engalana más si puede la iglesia conventual durante el mes de agosto y que, poco a poco, la fiesta de nuestro Padre, a pesar de encontrarnos en el mes estival más fuerte, se va haciendo eco entre en la ciudad animando a que participen en su celebración miembros de otros movimientos eclesiales.
Como veis, unos días de gozo y bendiciones para la Orden de Predicadores en los que además de fiesta hemos hablado con Dios de los demás y a los demás les hemos hablado de Dios.
«Dios todopoderoso
que hiciste de Nuestro Padre Domingo
un testimonio vivo de la Verdad y del Amor,
te rogamos nos concedas la gracia y la fuerza de seguir sus camino,
dejándonos guiar por tu sabiduría que viene de lo alto.
Haz que por su mediación,
sintamos en nosotros la urgencia de anunciar al mundo el Evangelio.
Haznos, Señor,
vivir siempre en la esperanza
y en la confianza de su Santa Voluntad.
Por Cristo Nuestro Señor.
Amén.»
Ver álbum de fotos