Catorce laicos salmantinos prometen fidelidad al carisma dominicano
La Fraternidad Laical de Santo Domingo de Salamanca celebra la ceremonia junto a toda la Familia Dominicana en el Monasterio de la Consolación “Dueñas” en la Fiesta de Santa Catalina de Siena, laica dominica y doctora de la Iglesia.
En este año de la vida consagrada es bueno honrar a muchas mujeres y hombres que dedican su vida a Dios como hermanos fuertes de Dios, pero no es menos importante hacerlo con muchos laicos que viven asociados a sus carismas y apostolados. Los laicos no sólo pasan algún tiempo con los religiosos, se unen a ellos en jornadas de reflexión, estudio y oración, pero llevan la Buena Noticia a lugares alejados de los conventos y las parroquias, familia, trabajo y la sociedad secular donde el laico se mueve y vive. El laico que se asocia a un carisma, no lo hace en la ceremonia formal y bonita, requiere un tiempo prolongado de reflexión, oración y preparación. En nuestro caso ha durado casi dos años, donde hemos profundizado no sólo en la vida, carisma de la Orden y de Santo Domingo, también en el conocimiento y contemplación de la Palabra de Dios. Con la promesa temporal el hermano se compromete a vivir el Evangelio según el espíritu de Santo Domingo, pero su formación continuará, así como a vivir en la vida Apostólica de la Iglesia y a cooperar en ella. Muchos de nosotros lo hacemos de una manera activa en grupos parroquiales, grupos de oración, de adultos o de Biblia, no tendría sentido vivir la fe fuera de una comunidad. Estos nuevos hermanos no sólo se vieron acompañados por la familia dominicana, frailes de San Esteban y hermanas del monasterio y de otras agrupaciones dominicas, la fraternidad de Salamanca y Zamora, familiares, miembros del nuevo grupo de la fraternidad, amigos, hermanos catequistas de los grupos de Biblia y de matrimonios de la Parroquia de la Purísima.
La Eucaristía fue presidida por el prior del convento de San Esteban, que en su homilía hablo del carisma dominicano y su sentido para el mundo de hoy, de la figura de Santa Catalina de Siena como laica dominica, subrayó la importancia de la promesa en un mundo como el nuestro y el sentido del paso que los laicos iban a realizar. El rito se realizó después de la homilía y fue presidido por fray Julián de Cos OP, asistente religioso, en representación del Maestro de la Orden, así como su presidenta doña Julita Gutiérrez Rueda OP, presidenta de la fraternidad de Salamanca. Los nuevos hermanos que han realizado sus promesas temporales son doña María Reyes Laso González OP, doña Ángela Martín García OP, doña Mª del Carmen Calvo Arenillas OP, doña Mercedes Sánchez Macías OP, doña Lucía Echeverri González OP, don Francisco Rodríguez Díez OP, doña Mª del Carmen Sánchez Garrido OP, don Carlos Sánchez González OP, doña Mº del Carmen Criado Sánchez OP, doña Flora García Peral OP, doña Concepción Pizarro Astudillo OP, don Mariano Vázquez Rodríguez OP, doña Carmen Rivas Vivéns OP y don Juan Antonio Mateos Pérez OP. Nos sentimos también muy acompañados por los asistentes que han seguido nuestros pasos estos años y de alguna manera nos han llevado de la mano en la Orden y en el amor a Jesús. Recordamos a Fray Juan José de León Lastra que nos formó como grupo, y el acompañamiento y la paciencia de fray Ricardo de Luis Carballa y fr. Rafael González Blanco que con tanto esmero ha preparado la ceremonia.
En una sociedad donde las palabras prácticamente no tienen importancia, cualquier promesa no tiene mucho futuro y ni siquiera sentido, se balancean en el aire y desaparecen sin dejar rastro. Pero para un cristiano, las palabras y la Palabra no sólo tiene sentido, es el sentido de la vida y de la existencia. La Palabra se hizo carne para nuestra salvación. Como nos recordaba Timothy Radcliffe, en su Manantial de la Esperanza, cuando empeñamos nuestra palabra con los votos, afirmamos una vocación humana fundamental, pronunciamos una palabra que tiene peso y credibilidad. Nos atrevemos porque Dios lo hizo primero y en el cumplimiento de todas las promesas, Jesús dio el eterno sí. Una promesa es un acto con mucho sentido, un signo de esperanza en Dios que nos ha prometido un futuro.
Los laicos dominicos, somos personas que hablamos con Dios o de Dios, como decía Santo Domingo. No vivimos en paralelo a los demás miembros de la Orden, pertenecemos al mismo carisma, aunque con un estilo de vida y forma de vida diferentes. No estamos a medio camino entre los bautizados y los frailes, ser laicos frente al consagrado parece que en nuestro mundo religioso es un carisma menor y un poco devaluado, pero para muchos cristianos de a pie, su vocación puede ser tan radical y tan profunda como la consagración religiosa. En nuestras fraternidades convergen personas que quieren compartir juntos un espacio de fe, inquietudes, hablar desde la fe en nuestro mundo, buscando los retos para caminar cada día. También son un espacio de oración, tanto comunitaria como personal, esta es uno de los pilares de nuestro carisma. Esta nos pone cara a cara con Dios y acoger su amor, en ella uno puede aprender a esperar. Es importante el estudio y la meditación de la palabra de Dios, con ella interpretar los signos de los tiempos. Pero el estudio está relacionado con la contemplación, la vida espiritual y la experiencia de Dios, con ello nos permite salir al encuentro de otros y anunciar la Palabra. Así hablamos de lo que hemos visto y oído, de lo que conocemos y experimentamos, damos testimonio de Jesús y de su Buena Nueva. La búsqueda de la verdad, es compartida y proclamada, construyendo relaciones humanas desde la honestidad en el trabajo, en la búsqueda científica, en los medios, en la educación, con el diálogo entre culturas y otras religiones. Esta búsqueda de la verdad y en armonía con la Palabra, nos debe llevar a mirar al otro con compasión, misericordia, a tener las manos abiertas, a ser solidarios, defender a las víctimas y a intentar denunciar cualquier injusticia. Es un programa para toda la vida, pero yo pienso que esto lo puede ser cualquier cristiano comprometido con la palabra y con los pobres. Yo personalmente muchas de estas cosas las fui descubriendo y saboreando en mi comunidad parroquial de la Purísima durante muchos años de catequista, de profundizar en la Palabra de Dios. Aunque todos sabemos que el amor está en el corazón de Dios y es un amor fértil que nos lleva por muchos caminos. Esperemos que para todos, sea un camino fértil, vivido en profundidad, creativo y creador, feliz y bienaventurado.
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Fuente: salamancartvaldia.es