RETIRO CUARESMAL DE LA FAMILIA DOMINICANA DE SALAMANCA
Hoy, sábado, 12 de marzo se reunió la Familia Dominicana de Salamanca para celebrar su retiro de Cuaresma. Los frailes de San Esteban, las monjas de clausura de las Dueñas, los estudiantes y los laicos dominicos oramos y reflexionamos acerca del significado del tiempo cuaresmal como preparación para la Pascua.
La cuaresma es un tiempo litúrgico de unos 40 días simbólicos de preparación a la Pascua. Este tiempo de gracia tiene como modelo la estancia de Israel en el desierto durante el Éxodo. También recordamos la permanencia de cuarenta días de Jesús en el desierto.
La cuaresma de este año nos propone a nuestra Familia Dominicana tres objetivos:
- Despertar la fe entre quienes la tienen dormida
- Desarrollar e intensificar la vida fraterna entre nosotros
- Y reavivar nuestra conversión a la luz del Evangelio para que nuestras vidas cambien según el querer de Dios.
La oración y las palabras del Evangelio fueron guiándonos para que el Señor nos ayude en este camino.
Fr. Luis A. García Matamoro O.P. fue el encargado de la meditación bajo el título “Silencio y tiempo de interiorización”.
Comenzó el padre Matamoro diciendo: “la mejor meditación hoy sería el silencio ante los restos mortales de Sor Rosario”, Monja que procedía del Monasterio de Valladolid.
Fray Luis nos interpeló en primer lugar acerca de la razón por la cual estábamos allí y luego nos recordó que el fin último de la cuaresma es la preparación para la Pascua. A continuación y basándose en algunos textos de Eusebio de Cesarea y Atanasio de Alejandría hizo un interesantísimo recorrido histórico de la evolución dentro de la Iglesia de la celebración de este tiempo litúrgico.
En todas las épocas ha existido un periodo variable (de tres días, de seis días…de tres semanas…de 40 días.) de tiempo de preparación para la Pascua regido por el ayuno y la oración como elementos básicos.
El paso por el desierto es un periodo de Gracia, es un periodo de prueba y es un periodo en el que miramos dentro de nosotros. “El silencio nos deja oír la voz suave de Dios”.
Después del Vaticano II al tiempo de penitencia de este periodo se le dio un nuevo enfoque, ya no se trata de la penitencia corporal como de la verdadera conversión. Las obras de misericordia, la lucha contra el egoísmo y la apertura a la fraternidad. Además el Vaticano II introdujo en la Liturgia de este periodo y en la celebración de la Vigilia Pascual los signos bautismales.
Para Concluir el padre Matamoro se refirió a la contextualización espacio temporal que estamos viviendo. Somos pocos y poco significativos, hemos perdido influencia. No hay proyecto de futuro. Estamos saliendo de una pandemia. Hace 18 días ha comenzado una guerra que amenaza con convertirse en un conflicto mundial. El hambre en el mundo y los millones de abortos nos abruman. Es en este marco en el que debemos vivir la cuaresma.
Es un trabajo individual e intransferible. Oración, conversión, ayuno y caridad son las armas que nos ofrece la Iglesia para vivir este tiempo de preparación para la gran fiesta de la Resurrección.
En la tercera parte de nuestro retiro se leyó la Carta a los Efesios (4, 25-32). Oramos todos juntos buscando la Luz, leímos lo que el papa Francisco nos dice acerca de SER FELICES y concluimos rezando a María, madre de la Orden de Predicadores.
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